Hoy nos esperan las cuentas de un rosario de parroquias diseminadas y enlazadas por el asfalto machacón de la OU-102. Para más burla nos toparemos con un polígono industrial, precio a pagar para llegar hasta la agradable población de Seixalbo y la capital, ya con todos los servicios y de un indudable valor histórico a orillas del río Miño.
Primer sobresalto, hoy no desayunamos, encontramos el Bar cerrado, nos desplazamos hacia el centro del pueblo por la carretera de entrada y, antes de llegar al monasterio, un mojón jacobeo nos insta a dejar la carretera y bajar hasta una fuente. Hay una placa dedicada a Don Eligio Rivas Quintas, sacerdote y escritor y cofundador de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago. Tras este monumento, la mejor opción es salir de nuevo a la carretera y llegar hasta el cercano monasterio de Santa María la Real, antiquísimo cenobio cuya iglesia se remonta al siglo XIII y poseedor de un interesante claustro gótico del XVI. Tras su contemplación tiramos de frente por la calle Capitán Cortés y giramos a la derecha para llegar junto al Centro de Salud, el cuál dejamos a la izquierda. Acto seguido bajamos por un camino hasta la misma carretera, donde deberíamos cruzar el río Arnoia, pero no podemos —segundo sobresalto— pues faltan pasos de piedra sobre el río y tenemos que regresar de nuevo al pueblo y realizar el camino por la misma carretera y esta vez sí cruzar el río Arnoia, el más largo de la provincia de Ourense ya que desde su nacimiento, en la Sierra de San Mamede, recorre más de 84 kilómetros para desembocar en el Miño.
En 150 metros abandonamos la carretera por la derecha y cogemos un camino que nos lleva a cruzar la carretera que viene de San Xillao. Seguimos recto por pista y camino para desembocar en la OU-102, por la que va a discurrir casi íntegra la etapa de hoy. Por ella llegamos a Outorelo, donde todos los peregrinos están desayunando al encontrarse con la puerta en las narices como nosotros en Xunqueira de Ámbia, ya con mejor ánimo y con la barriga llena continuamos y en breve llegamos a A Pousa, donde pasamos junto a una capilla dedicada a la Virgen del Camino.
El siguiente es Salgueiros, donde marca 17 kilómetros a Ourense por carretera. Un kilómetro más adelante llegamos hasta Gaspar del Concello de Paderne, donde dejamos por un momento la carretera. Unos cientos de metros después nos encontramos con A Veirada y cruzamos un puente sobre las vías del tren. Después pasamos un puente sobre el ferrocarril para arribar en Ousende y después en Penelas, con bar, donde viendo las diabluras de un peque gallego con una moto de juguete repostamos y cogemos fuerzas de cara a la segunda parte de la etapa.
Ante tal rosario de poblaciones es difícil distinguir donde termina una y empieza la siguiente. Casi sin salir del núcleo diseminado de Penelas viene A Neta, situada en el cruce que se desvía a Coucieiro. Pasamos sobre el río Cerdeiriño y Barbaña y entramos en Venda do Río, del Concello de Taboadela. Después llegamos a Pereiras, donde hay otro bar que al estar repleto de gente con los pulpeiros decidimos continuar.
A la altura del punto kilométrico doce de la OU-102 pasamos bajo el puente del ferrocarril, justo donde comienza el Concello de San Cibrao das Viñas. Tras A Castellana, donde se localizan algunos comercios y bares, llegamos a una rotonda, puerta de entrada al polígono de San Cibrao. La seguimos de frente y nos desviamos más adelante a mano izquierda para llegar hasta otra rotonda. ¡Atentos! porque aquí hay que virar ligeramente a la derecha, donde nace la OU-0514. Nos despedimos del polígono para llegar a Reboredo.
A su término seguimos las indicaciones de la escultura de Nicanor Carballo marcada como Antiguo Camiño de Santiago. Nada de camino porque seguimos por asfalto subiendo hacia el Alto do Cumial. En el alto cruzamos la carretera para salir por un camino pegado al arcén. Bajamos junto a la valla de una empresa y llegamos hasta la carretera. La abandonamos por la derecha y tiramos por la rúa de Santa Adega hasta las vías del tren, que cruzamos con extremo cuidado (antes de cruzar las vías hay unas flechas que nos indican girar a la izquierda. Suponemos que para salvarlas por algún paso elevado o subterráneo). Tras este peligroso hito, cruzamos la carretera y entramos en Seixalbo por la rúa de Amendo.
Este pueblo fue declarado Conjunto de Valor Etnográfico y antiguamente dependió de la jurisdicción del Obispo. Dispuso de su propia prisión y rollo, exactamente donde hoy se encuentra un crucero plateresco del XVIII, junto al que pasamos para coger a mano derecha la rúa Mayor y posteriormente la rúa da Eirexa, situada a mano izquierda. Pasamos junto a la geométrica fachada de la iglesia de San Breixo y llegamos a las primeras casas de Ourense por la calle Verea Real.
Desembocamos en la avenida de Zamora y, siguiendo las indicaciones hacia el albergue de peregrinos, continuamos por la interminable cuesta de Nosa Señora da Saiza. De seguido enlazamos con la calle Peña Trevinca —al comienzo de ella se sitúa el Grelo Hostel— donde reponemos fuerzas y preguntamos por el albergue de peregrinos, indicándonos que todo recto, no tenemos perdida, y llegamos así hasta la altura del colegio Santa Teresa. A mano derecha distinguimos una placa con Peregrín, la mascota del Xacobeo, que nos muestra el albergue situado en las dependencias del antiguo convento de San Francisco, donde nos esperan el resto de acompañantes de esta salida de cuatro días y fin de nuestra aventura gallega por ahora.
Antes de despedirnos de tierras gallegas, recogemos nuestros coches en Xunqueira de Ámbia y reponemos fuerzas con un buen pulpo en Casa Samuel, viendo además otros nombres de amigos placentinos y no porque es su padre hiciese horas extras, que seguro las hizo.
Está casi pegado a la capital, de hecho, pertenece al Ayuntamiento de Ourense, y su conjunto está declarado de valor etnográfico. En épocas pasadas dependió de la jurisdicción del Obispo y tuvo su propia prisión y rollo, también llamado pelouro en Galicia y donde hoy se encuentra un crucero plateresco del XVIII, donde se ejecutaban las sentencias públicas. En la antigüedad existió un albergue de peregrinos donde hoy se encuentra la casa del párroco.
Ourense, como núcleo ya destacado, nace en época romana. Creció, probablemente, gracias a su emplazamiento y a sus reservas de oro, suficientes para asentar una guarnición militar que creció con el tiempo.
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