Interminable etapa que dice adiós a Ourense para recibir a Pontevedra. Presenta dos alternativas. La oficial, por Cotelas y la no oficial, por el monasterio de Oseira. Ambas se juntan en Castro Dozón, la tapa prosigue hasta A Laxe bajando hasta el valle del Deza, donde se asienta el vasto Concello de Lalín y su multitud de parroquias y aldeas dispersas que nos llevarán a perder el sentido espacial.
Planificamos durante bastante tiempo esta salida multitudinaria —estamos casi todos—, reservando albergues, hostales, etc. Con todo cerrado y planificado en reuniones anterior a la partida, dejando poco a la improvisación partimos de Plasencia, rumbo a Oseira—punto de partida—, previamente Rufino y Soledad, han partido días antes y se encuentran realizando las etapas desde Orense hasta Coletas—allí también pernoctan Montaña y Julián—, donde se enganchan con nosotros en Castro Dozón, vamos allí nos reunimos todos. Comentar que nuestro proyecto itinerante ha sido incesantemente seguido por muchas personas y ahora alguna de ellas se suma para finalizar con nosotros el mismo, como Félix Macías, que nos ha oído las anécdotas y ahora se suma a compartirlas.
Salimos de Plasencia con destino Oseira, comentando en el vehículo que nos agrada poco dejar Plasencia en ferias, pero con el relato de anécdotas pasadas en el camino vamos olvidando las ferias y nos vamos metiendo en harina Santiaguera, según vamos restando kilómetros, vamos haciendo a la idea de que este proyecto —tan bonito— tiene fecha de caducidad y torna a su fin, según vamos quemando kilómetros, vamos haciendo memoria de anécdotas pasada y nos vamos gallegizando o santiaguizando. Como no podía ser menos, según vamos quemando kilómetros vamos visitando lugares en los que hemos compartido buenos momentos como Tábara, donde reagrupamos y nos deleitamos con el comel y el bebel mu limpio de algunos, proseguimos ruta y antes de separarnos en a los diferentes alojamientos hacemos una parada técnica —comel y bebel mu limpio— en Cea, pueblo del pan negro, pero que es más blanco que un jaspe y como en otras ocasiones paramos en la plaza, bajo la atenta mirada del reloj, hacemos nuestra cena particular con viandas extremeñas y cerveza gallega para refrescar el calor gallego, hacemos nuestras observaciones sobre el viajes y anécdotas pasadas y repasamos la planificación del día siguiente sin para que nada nos coja por sorpresa, nos vamos descansar, unos a Cotelas, otras a Oseira.
Los de Oseria llegamos ya anochecido y vamos raudos al albergue pues ya hay peregrinos encamados, nosotros nos instalamos rápidamente en el mismo, con un semilavado de dientes y nos encamamos como el resto de peregrinos, la noche se hace larga para algunos, ya entrada la madrugada empieza a romperse el silencio bucólico del agreste e idílico lugar de peregrinaje y nos vamos tornando en alba vespertina santiaguera, ante las etapas que nos esperan y que culminaran en el Obradoiro.
Volviendo a ser terrenales, procedemos comenzar nuestra etapa con alegría y renovadas ilusiones ante la etapa que nos espera, como hemos madrugado, alguno deberá esperar al monje encargado de sellar antes de partir de Oseira y así lo realizamos, Miguel se esperará a su llegada, mientras el resto del grupo comienzan la etapa, pasada media hora, el monje aparece y sella las credenciales, mientras tanto hemos pasado el tiempo conversando con peregrinos argentino sobre las experiencias vividas por unos y por otros, ya sellados ambos, ellos deciden reposar un día más y descansar su maltrechas piernas y pies en Oseira, mientras tanto otros tomamos el camino al trote para alcanzar al resto de la compañía.
Dejamos el Monasterio de Oseira a mano izquierda y subimos por una empinada pista de cemento desde la que se obtienen las mejores vistas y fotografías del cenobio. La pista continúa, pero tenemos que dejarla por la izquierda atendiendo a una flecha pintada en el suelo. Cogemos así una senda que asciende hasta la carretera. Bajamos por ella hasta Vilarello, aldea que dejamos a nuestra derecha.
Aquí retornan los marcos jacobeos, ya que aquí enlazamos con el trazado oficial. Salimos de la nacional y avanzamos junto a la iglesia de San Salvador por una pista asfaltada paralela a la carretera, donde encontramos un huerto sembrado de meigas. Más tarde regresamos de nuevo al asfalto y al llegar la señal que marca Lalín 11/ Santiago 61, dejamos la nacional por la izquierda por otro tramo asfaltado. Regresamos de nuevo a la N-525 a la altura del alto de Santo Domingo, a 700 metros de altitud. Atravesamos también el pueblo del mismo nombre.
Dejamos la carretera pasados unos 100 metros del punto kilométrico 280 y llegamos por pista hasta Puxallos, primera aldea del Concello de Lalín, el más grande de Pontevedra. Pasamos junto a la ermita y una moderna escultura de Santiago peregrino que provoca nuestra admiración. Salimos, ya en claro descenso, con amplias vistas al viaducto y al valle del Deza, hasta llegar muy próximos a la autovía. La evitamos girando a la izquierda por un sendero y más adelante volvemos a girar para entrar en Pontenoufe.
Descendemos hasta el puente sobre el río Asneiro. A continuación, dejamos el piso asfaltado para seguir por la derecha (el mojón jacobeo marca 60,519). Ascendemos y tomamos un sendero. Al finalizarlo giramos a la derecha y por pista asfaltada llegamos hasta la parroquia de A Xesta. Cruzamos la carretera para tomar una pista que llega a un desvío provisional en obras. No sabemos en que afectará al recorrido, el caso es que bajamos hasta llegar a la altura del barrio de la Estación de tren de Lalín. Cruzamos la carretera y continuamos hasta la parroquia de Botos. Cruzamos una carretera para continuar por un tramo de incómoda gravilla que conduce hasta la parroquia de Donsión.
Llegamos a ella junto a una taberna, donde cómo no, sin ser la hora nona, decidimos tomar unas molestias y unas viandas extremeñas con unos caldos gallegos y hacer tiempo para que Montaña y Julián nos alcancen y lleguemos todos juntos a Laxe, eso sí dándoles un poco de cuartelillo para que recuperen fuerzas y las sales minerales correspondientes, ya de nuevo fuera de la taberna y junto a la iglesia de Santa Eulalia con su crucero. Nos despedimos de Donsión por otro camino de gravilla, cruzamos el río Cabirtas, y llegamos junto a la AP-53 (autopista Santiago – Ourense). A su vera y tras cruzar la N-525 entramos en A Laxe, parroquia de Bendoiro y Concello de Lalín. A unos cien metros de la nacional se encuentra el vanguardista albergue —donde no pernoctaremos— que fue inaugurado en marzo de 2004.
Recogemos nuestros vehículos y nos vamos a instalarnos en nuestra guarida en el polígono de Lalín, donde hemos encontrado alojamiento, nos instalamos y descansamos ya que calienta bastante recordándonos a Extremadura, ya avanzada la tarde bajamos a refrescarnos y hacer más llevadera la tarde tórrida que tenemos, como no podía ser de otra manera, gestionamos una cena y tras ellas hacemos la sobremesa para plantear la etapa siguiente y sobre todo gestionar unas cervezas con las anécdotas de días anteriores, rememorando a los compañeros que por diferentes circunstancias no se encuentran con nosotros y que se han quedado en el camino o de aquellos que no han podido asistir a este colofón.
La etapa no visita su capital, Lalín, pero transita los últimos 12 kilómetros por todo el valle del Deza, donde se asienta el Concello. Es el más grande de Pontevedra y el cuarto de toda Galicia. Está situado en el centro geográfico de la Comunidad Autónoma y acoge más de 8.000 vecinos. Pasa por las parroquias de A Xesta y Donsión y las aldeas de Puxallos, Pontenoufe, y A Laxe, entre otras.
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