Hoy concluimos nuestro periplo a la puebla de Guadalupe, durante el cual hemos recorrido lugares emblemáticos de Extremadura, como el Parque Nacional de Monfragüe, la Reserva de la Biosfera, y, en la última parte, el Geoparque de las Villuercas, Ibores, Jara y sus montes apalachenses.
Los viejos caminos de herradura ya no son lo que fueron en los lejanos tiempos del rey Alfonso Onceno, sin embargo, al andar por ellos se percibe un matiz de aventura, una tensión, que nos transporta al tiempo de la Reconquista, cuando el rey justiciero mataba osos con su lanza en pleno valle del Viejas.
Lo que sin duda perdurará será una huella imborrable en nuestra memoria; un entrañable recuerdo de esfuerzo, de admiración, de sorpresa,… quedará el olor a bosque de robles, de castaños, de pinos, alcornoques,… de las jaras, de los brezos, de los lentiscos, de los tomillos,…
Una ruta de subidas y bajadas vertiginosas, donde no hay lugar a los trechos llanos. A cambio, nos presenta una naturaleza sin igual, panorámicas de auténtico lujo, monumentos grandiosos, obras de arte…
Para llegar al fin a Guadalupe entrando como los antiguos peregrinos que venían por esta parte de Extremadura.
Para concluir nuestro camino tenemos diferentes opciones, una primera, y muy típica sería ir por el valle del Viejas hacia el pico Villuercas para culminar por la ruta de Alfonso Onceno o camino de Monfragüe, una segunda, pasando por el Hospital del Obispo, culminando por el camino de los Jerónimos, y una tercera, por el río Ibor hasta la ermita del Humilladero, punto unión y común de ambos caminos a Guadalupe.
Por río Viejas
Ruta por el Geoparque Villuercas, Ibores, la Jara que nos lleva desde la localidad de Navalvillar de Ibor hasta la Puebla de Guadalupe atravesando paisajes de tipo apalachense.
Partimos desde Navalvillar de la carretera EX-118 en su cruce con el camino del Río Ibor, un camino encementado que baja zigzagueando hasta un puente de hierro y cemento sobre el río. Cruzamos éste y continuamos por una pista ancha hasta un desvío a la derecha por un camino más estrecho y con piedra suelta, hay que prestar atención al desvío ya que pasa algo desapercibido y podemos equivocarnos y tener que subir por el tupido y áspero monte.
En poco tiempo llegamos al Collado Alto, con bonitas vistas al anticlinal del Ibor, el Camorro de Navalvillar y al mismo pueblo, por un lado, y por el otro al valle del río Viejas y a la Sierra Alta.
Iniciamos la bajada, primero por una senda estrecha que se convierte al poco tiempo en una cómoda pista, que atraviesa un alcornocal con algunos ejemplares espectaculares por su forma y tamaño y que tuvimos la suerte de ver varios de ellos con la saca de la corcha reciente.
Llegamos al río Viejas y le seguimos aguas arriba por su parte geográfica derecha, observando en sus orillas muchas casas de campo con plantaciones de cerezos, castaños, huertos y espacios con judías verdes o fréjoles, la perla de este valle. Dejamos un par de puentes a nuestra derecha hasta que llegamos a uno más amplio por el que cruzamos y seguimos subiendo por una pista asfaltada por la orilla izquierda, pasando por varios arroyos tributarios del Viejas.
Aquí tenemos la opción de visitar la localidad de Navezuelas, por donde pasa el río Almonte y caminar por el camino de Alfonso Onceno.
Tomaremos un antiguo camino que conserva algunos tramos empedrados. Ascendiendo, dejamos a la derecha el pico Carpintero (1271 msnm) hasta llegar al Collado de la Pariera (1240 msnm), situado en la Sierra Tejadilla y continuaremos hasta el Collado de los Ajos (1220 msnm). Desde aquí se pueden apreciar la formación Villuerquina o Apalachense de las Sierras de Guadalupe, desde donde contemplamos en la lejanía de las blancas cumbres de las Sierras de Gredos.
Descendemos hacia el Valle del Viejas por unos parajes vírgenes que frecuentaba Alfonso XI, donde le gustaba cazar por estas tierras e incluso lancear a los osos. Este paisaje nos ofrece pequeños huertos salpicados de cerezos y castaños. Ascendemos hasta el Collado de la Arena, por donde la ruta cruza la carretera.
La pista se convierte en camino de tierra y piedra suelta, dejando a nuestra derecha una majada ya abandonada y continuamos subiendo por donde nace el río Viejas, y después de algún que otro zigzagueo llegamos a una pista que lleva a la base militar de telecomunicaciones existente en la cima del Risco de la Villuercas (1601 msnm), el punto más alto de los Montes de Toledo. Desde este punto podemos visitar el cercano Pozo de la Nieve. Nosotros giramos a la izquierda por la pista hasta el Collado de la Arena, donde vemos indicadores del GR 119 (Ruta de Alfonso Onceno, de Navezuelas a Guadalupe), los cuales seguimos, atravesando varias pistas de las fincas particulares de esta zona, llegando a la carretera EX-118 a la altura de la ermita del Humilladero, (preciosa ermita del s. XV declarada Monumento Histórico Artístico), comenzamos a descender por el antiguo camino del agua, paralelo a la carretera EX-118 (Guadalupe-Navalmoral de la Mata), hasta llegar a la era de la Horca, antigua zona de ajusticiamiento de malhechores. Pararemos para ver magníficas vistas que nos ofrece la Puebla de Guadalupe, desde donde veremos el majestuoso Monasterio.
Proseguimos nuestro camino saliendo de asfalto por la derecha y vemos los carteles de los GR 117, 118 y 119 que, ya juntos, nos llevan por un camino en la parte derecha de la citada carretera hasta la Puebla de Guadalupe, pasando por el Hospital de Mujeres, el Arco de San Pedro, y el Parador de Turismo, llegando a la plaza y entrada principal del Monasterio, objetivo final de la caminata.
Por el Hospital del Obispo
Iniciamos nuestra ruta en Navalvillar de Ibor. Salimos por el carril de Castañarejo, por su vertiente sur-este hasta que en breve giramos a nuestra izquierda para tomar el camino que nos dirige, por pistas, hasta el paraje conocido como la Garganta Salóbriga.
En todo este trayecto nos hallaremos rodeados de una frondosa vegetación arbórea, destacando robles, encinas, alcornoques, así como poblaciones de eucaliptos. Seguiremos avanzando en dirección este. Llegado el momento arribaremos a la llamada Casa-Hospital del Obispo, lugar pintoresco repleto de historia centenaria dentro del camino a Guadalupe usado por monjes y peregrinos durante siglos.
El Hospital del Obispo está situado en el valle al que da nombre, valle del Hospital, rodeada de frescos prados y de frondosos robledales sirvió de refugio para “los peregrinos que pasan por montañas yermas, sin poblado alguno, y muchos mueren por el campo”, como se recoge en el privilegio que Pedro I el Cruel otorga en Sevilla el 12 de octubre de 1360 para que se funde una venta en el puerto de la Cereceda y se ponga a su servicio a dos matrimonios, vecinos de Guadalupe que tendrán viandas francas y libres y estarán bajo la autoridad del prior del monasterio. El lugar escogido es un antiguo refugio de caza de Pedro I o de su padre, el rey cazador, Alfonso XI. A finales del siglo XV, el edificio es ampliado por el canónigo de la catedral de Sigüenza don Diego de Muros, circunstancia de la que deriva el nombre de este hospital y de la dehesa que le circunda. Más tarde, el obispo de Cuba, don Juan del Castillo, dota de rentas a este hospital para que a cada peregrino se le socorriese con un pan de a libra. En este Hospital se ofrecía hospedaje y descanso a todos los caminantes que se dirigían a visitar a la Virgen Morena. Tuvo su mayor apogeo durante el siglo XV y XVI coincidiendo con el esplendor del monasterio de Guadalupe centro cultural y espiritual de la época. En el siglo XVIII ya se hallaba en decadencia esta obra pía, unida al abandono de esta vía de peregrinación, aunque todavía se da algún socorro a los pobres que pasan por allí.
A partir de aquí, continuaremos hacia el sur, llegando al Puente del río Pinarejo. En este trayecto en especial la arboleda en inmensa y las vistas excepcionales, continuamos y con posterioridad llegamos a otro puente sobre el río Ibor, el puente de Los Álamos. Una vez cruzado continuaremos hacia el sur y después de varios kilómetros llegaremos a la famosa Ermita del Humilladero, lugar de referencia obligada en Guadalupe.
La famosa ermita del Humilladero es una maravilla de la arquitectura, se sitúa en el cerro de las Altamiras. La ermita del Humilladero o de la Santa Cruz, fue realizada en el siglo XV, para que los peregrinos que accedían a la puebla por la ruta norte, pudieran orar al ver el santuario. En la construcción de la ermita se siguieron las mismas pautas que en el templete del claustro mudéjar del Real Monasterio. Posee planta cuadrada, realizada con ladrillo aplantillado y cuatro caras iguales con decoración gótica. Además, por esta ermita pasaron personajes como Miguel de Cervantes, que trajo sus cadenas de cautiverio de Argel como ofrenda a la Virgen de Guadalupe, a parte de otros personajes célebres. En el año 1931 fue declarada Monumento Nacional y además también es Bien de Interés Cultural. Ha sufrido varias remodelaciones, una de ellas en al año 1985 y la última en al año 2008. Muy cerca de la ermita, se ha acondicionado un mirador, desde el cual se pueden observar las magníficas vistas de la puebla y, por su puesto, de su Monasterio. Puesto que la zona del Humilladero es además punto de paso de hasta tres rutas de senderismo por la zona, se puede disfrutar en sus alrededores de hermosos paseos entre bosques de robles, pinos, castaños, etc., e incluso subir hasta la misma andando por el camino que discurre paralelo a la carretera.
Adoptando la forma de robusto templete, fue construida a finales del siglo XV para que los peregrinos que llegaban desde lugares distantes pudieran rezar al ver el Monasterio de Guadalupe y dar así gracias al Señor y a la Virgen por haber podido completar su viaje. De ahí a Guadalupe, siempre a la vista, una vista preciosa, por cierto, un paseo, teniendo en cuenta, además, que vamos bajando, de 890 metros de altitud del Templete hasta los 635 metros donde se halla Guadalupe, patrona de Extremadura. Habremos llegado a nuestro destino, al igual que hicieron los monjes desde Cuacos de Yuste.
Por el río Ibor
Ruta por el Geoparque Villuercas, Ibores, la Jara que nos lleva desde la localidad de Navalvillar de Ibor hasta la Puebla de Guadalupe atravesando paisajes de tipo apalachense. Nuestra primera parte de la ruta será igual a la opción del río Viejas.
Partimos desde la travesía de Navalvillar de la carretera EX-118 en su cruce con el camino del Río Ibor, un camino encementado que baja zigzagueando hasta un puente de hierro y cemento sobre el río. Cruzamos éste y continuamos por una pista ancha hasta un desvío a la derecha por un camino más estrecho y con piedra suelta, hay que prestar atención al desvío ya que pasa algo desapercibido y podemos equivocarnos y tener que subir por el tupido y áspero monte.
De camino a Collado Llano, antes de llegar al arroyo Tabernillo nos desviamos a la izquierda equivocadamente, pero continuamos por esa pista pues no tenía grandes subidas y bajadas y después de valorar las su continuidad y las opciones existentes, decidimos continuar por ella, desde ella teníamos bonitas vistas al anticlinal del Ibor, el Camorro de Navalvillar y al mismo pueblo a nuestra espalda, y por el otro al valle del Río Viejas y a la Sierra Alta.
El camino serpenteante nos acercaba a Guadalupe paralelos al río Ibor, cruzando diferentes arroyos con una flora exuberante de fresnos, robles, castaños,… tambien nos encontramos con cultivos de cerezos, olivares, etc.
La famosa ermita del Humilladero es una maravilla de la arquitectura, se sitúa en el cerro de las Altamiras. La ermita del Humilladero o de la Santa Cruz, fue realizada en el siglo XV, para que los peregrinos que accedían a la puebla por la ruta norte, pudieran orar al ver el santuario. En la construcción de la ermita se siguieron las mismas pautas que en el templete del claustro mudéjar del Real Monasterio. Posee planta cuadrada, realizada con ladrillo aplantillado y cuatro caras iguales con decoración gótica. Además, por esta ermita pasaron personajes como Miguel de Cervantes, que trajo sus cadenas de cautiverio de Argel como ofrenda a la Virgen de Guadalupe, a parte de otros personajes célebres. En el año 1931 fue declarada Monumento Nacional y además también es Bien de Interés Cultural. Ha sufrido varias remodelaciones, una de ellas en al año 1985 y la última en al año 2008. Muy cerca de la ermita, se ha acondicionado un mirador, desde el cual se pueden observar las magníficas vistas de la puebla y, por su puesto, de su Monasterio. Puesto que la zona del Humilladero es además punto de paso de hasta tres rutas de senderismo por la zona, se puede disfrutar en sus alrededores de hermosos paseos entre bosques de robles, pinos, castaños, etc., e incluso subir hasta la misma andando por el camino que discurre paralelo a la carretera.
Adoptando la forma de robusto templete, fue construida a finales del siglo XV para que los peregrinos que llegaban desde lugares distantes pudieran rezar al ver el Monasterio de Guadalupe y dar así gracias al Señor y a la Virgen por haber podido completar su viaje. De ahí a Guadalupe, siempre a la vista, una vista preciosa, por cierto, un paseo, teniendo en cuenta, además, que vamos bajando, de 890 metros de altitud del Templete hasta los 635 metros donde se halla Guadalupe, patrona de Extremadura. Habremos llegado a nuestro destino, al igual que hicieron los monjes desde Cuacos de Yuste.
comoquesofresco@gmail.com