CAMINO DE LAREDO - Etapa 19

PESADAS DE BURGOS - BISJUECES

13/06/2015

Descripción de la Etapa

Madrugamos, como no, para comenzar temprano la etapa e intentar dos cosas a la vez, que no nos llueva, si fuera posible, y hacer la subida a la ermita de Pilas antes del mediodía. Con esas intenciones nos levantamos, desayunamos y nos despedimos de nuestros posaderos y su hijo que tan amablemente —como si fuéremos sus hijos o mejor aún— nos han tratado. Liquidamos nuestra deuda con ellos y esta vez sin realizar traslado logístico comenzamos a caminar. Vamos buscando la carretera CL-629, nuestra fiel amiga. Iremos medio kilómetro por ella y tomaremos la pista que sale a la derecha, para irnos adentrando en pequeños valles que nos irán alejando del páramo de Masa y nos acercaran a la ribera del Ebro. Su gran diversidad paisajística, faunística y vegetal le ha hecho merecedora de su inclusión en el Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón.

El Páramo de Masa es una gran explanada azotada por un vierto norte que corta como una cuchilla afilada. Muy erosionada y con escaso suelo permite sólo una vegetación adaptada a estas duras condiciones: brezo (calluna vulgaris), gayuba (arctostaphylos uva-ursi), tomillo (thymus vulgaris), espliego (lavandula angustifolia), enebro (juniperus communis) y alguna sabina rastrera (juniperus sabina).

También es el hábitat ideal para un buen número de aves esteparias: agachadiza (Gallinago gallinago), calandria (melanocorypha calandra), alguna alondra de Dupont (chersophilus duponti); granívoras como la codorniz (coturnix coturnix) y la perdiz (alectoris rufa); rapaces como el cernícalo (falco tinnunculus), aguilucho cenizo (circus pygargus) y córvidos como la grajilla (corvus monedula), la urraca o picaraza (pica pica).

Seguimos la pista y como a otro medio kilómetro encontramos una bifurcación y tomamos la de la derecha. Vamos entrando y saliendo en pequeños valles, andando por sus laderas para evitar meternos en sus hondonadas y mojarnos hasta las trancas, aunque la hierba está bien mojada. Poco después encontramos otra bifurcación y está vez tomamos la de la derecha rodeando un otero. Si hubiéramos tomado el de la izquierda habríamos llegado al mismo sitio, pero dando un gran rodeo. Aquí confluyen las dos opciones y nos desviamos más a la derecha, para poco después tomar el de la izquierda, que es una pista más amplia y transitada incluido vehículos. Continuamos ésta y en la primera bifurcación vamos a la izquierda y cuando llegamos a un vado, giramos a la derecha para luego girar haciendo un pico a la izquierda, a todo está ya vemos la ermita de Santa Isabel, más conocida por Nuestra Señora de la Hoz, quedándonos una gran recta hasta ella, a nuestro lado nos sorprende ver papeleras puestas en mitad del páramo de la Masa y es porque hay una zona de adiestramiento de perros. Antes de llegar avistamos algún corzo (capreolus capreolus) en el camino.

Tras una hora de buena marcha, llegamos a la ermita de la Hoz, junto al puerto de la Mazorra, junto a la antigua calzada de El Almiñé que, a lo largo de la historia, ha sido un paso obligado en la comunicación entre la Meseta y los Puertos del Cantábrico. En la ermita se celebra la Romería de la Hoz cada primer domingo de julio, en los alrededores se puede ver un antiguo aljibe.

En este espacio de transición, entre el desolado páramo castellano y los montes cantábricos, existen numerosos escenarios naturales y algunas curiosidades geológicas, como el entorno de Tartalés de los Montes o el paraje de Los Cárcavos, en las inmediaciones de Quecedo (Burgos), pero esto no toca ahora y tendrá que esperar para una salida específica a la Merindad de Valdivielso.

Aquí sin pararnos mucho, comenzamos la bajada de la calzada —medieval—, no romana, que durante siglos fue un paso obligatorio entre la meseta castellana y el Cantábrico, por cierto, muy bien marcada como sendero local, cortada al tráfico rodado. Nosotros vamos bajando poco a poco, sorprendiéndonos el precioso paisaje, el valle encajonado con preciosos cortados de rocas calizas, que se va abriendo para descubrirnos a golpe de vista el valle de Valdivielso.

No sería difícil hacer un ejercicio de imaginación para retroceder varios siglos en el tiempo. Entonces los carromatos cargados de lanas procedentes del sur, quizá de la Mesta, bajarían la peligrosa Cuesta de El Almiñé y cruzarían, aunque pequeño, el río Ebro para abordar el imprevisible desfiladero de los Hocinos. Tal vez alguna recua de mulas transportara hacia la capital castellana pescado procedente del Cantábrico y conservado con el hielo almacenado en neveras —pozos de las nieves— excavadas a la umbría de los caminos.

Esta caminata permite asociar importantes elementos antropológicos a singulares recursos naturales para dar como resultado un recorrido de una excelente calidad paisajística y de un elevado valor pedagógico.

Detallaremos un poco el camino, antes de partir, a unos 200 metros de la ermita en dirección hacia la carretera general, encontramos una fuente romana subterránea aún en uso conocido como pozo de la Hoz. Se conserva como hace 2000 años, fecha aproximada de su construcción.

Como decíamos comenzamos el descenso del páramo y en la ermita de la Hoz, junto a ella hay un refugio de caminantes en cuya pared exhibe una lápida en memoria de Gregorio Alonso, fallecido en este lugar en 1879. Proseguimos, y en un terreno pelado de vegetación encontramos los primeros tramos de la calzada que desciende vertiginosamente hasta caer a un rellano. La vía se mete entre peñas y desciende más suavemente hasta otro rellano de unos corrales arruinados, que en el pasado albergó un templo romano; continuamos bajando no tan pronunciadamente viendo las primeras casas y junto a ellas la ermita románica de Fuente Viñé, antigua ermita-mesón de “El Alba”, y junto a ella la fuente medieval del mismo nombre. En este punto pernoctaban los arrieros y oían misa a primera hora, antes de afrontar la complicada subida. El edificio ha sido restaurado hace unos años y dedicado a los caminantes.

Continuamos bajando por lo que luego será la calle principal de El Almiñé (Burgos), un pueblo tranquilo donde destaca la imponente iglesia de San Nicolás de Bari, del siglos XII-XIV. Comenzamos a caminar por la calle principal, ancha y flanqueada por casas blasonadas hasta ver las marcas del sendero GR.

Hace un buen rato que estamos en otro mundo con el paisaje que se nos presenta, la alta montaña. Este privilegiado entorno se presta para la práctica de los deportes en contacto con la naturaleza. Además de los paseos a pie, en bici de montaña o a caballo por sus senderos, el río Ebro ofrece grandes posibilidades para los amantes de la pesca, el piragüismo y las aguas bravas.

Las aguas del río Ebro han empleado miles de años para abrirse paso entre las Sierras de La Tesla y Tudanca y modelar el espectacular desfiladero de Los Hocinos. Tras un tranquilo recorrido por el valle, camino del Mediterráneo, el río se amansa en el embalse de Cereceda, antes de encajonarse de nuevo en el desfiladero de la Horadada.

Huertas, frutales y fincas de cereal se mezclan con encinas y robles y la típica vegetación ribereña. Pequeños pueblos salpicados por el Valle se integran en este paisaje. Iglesias románicas, casonas, palacios, torres y una arquitectura popular que tiene en la madera y piedra sus principales elementos, ponen la nota de color.

El nombre de Valdivielso aparece escrito por primera vez tras la caída del mundo visigótico. Su dificultoso acceso hizo que fuera bastión invulnerable en épocas de conflicto, jugando un importante papel en la reconquista.

El cercano y poderoso Monasterio de San Salvador de Oña (Burgos) extendió su dominio a Valdivielso. Son los orígenes de la Primitiva Castilla. Los regidores de la Merindad, fieles a ancestrales costumbres, se reunían bajo una encina, en La Dehesa de Quecedo.

Salimos de El Almiñé (Burgos) y nos dirigimos a Puente Arenas (Burgos), nada más iniciar este tramo encontramos una bifurcación tomando la de la izquierda para hacernos llegar a la carretera N-232, carretera que cruza transversalmente la península, desde Vinaroz (Castellón) hasta Cabañas de Virtus (Burgos). Cruzamos la carretera y nos adentramos en una pista que nos lleva directos al puente del río Ebro que da acceso a Puente Arenas (Burgos).

Llegamos al puente, cruzamos y observamos el río Ebro con su majestuosidad y remansado, haciendo un comentario que habría que verlo en otras épocas bien cabreado. También remiramos el descansadero tan bonito que tienen realizado en la orilla del río, junto a la sillería del mismo puente. Miramos atónitos el cartel de los GR85 y GR99 y la multitud de senderos PR existentes. Nos miramos y comentamos que serán una serie de recorridos muy atractivos que unen el interés paisajístico con el etnográfico, con testimonios de una época en que algunos de sus caminos y sendas eran uno de los pasos obligados para el trasiego de mercancías y personas entre la meseta castellana y los puertos del norte de la península.

Hacemos un amago de sentarnos y comer algo, pero continuamos la ruta, aunque hay comentarios que insisten en parar, pero entre que unos por delante y otros por detrás, otros preguntando y otros mirando el río, salimos de Puente Arenas sin comer ni beber nada.

El sendero que recorreremos sigue el trazado del PRC-BU-179, aprovechando antiguos trazados carreteros o muleros que unían distintas localidades del Valle. Está perfectamente señalizado, es circular, se puede realizar en ambos sentidos, aunque nosotros realizaremos una parte hasta la ermita de Pilas.

Comenzamos caminando paralelos al río Ebro, aguas arriba, por el GR85 y por el PRC-BU-179, a nuestra izquierda encontramos numerosas casonas bien conservadas. Después de unos metros sin edificios, el sendero gira a la derecha, justo al lado de un antiguo colegio, unos cientos de metros más arriba el sendero continúa de frente ignorando otro sendero a la derecha. Nosotros no haremos caso a ninguno otro. Vemos perfectamente el valle frente a nosotros y vamos directos a él. El sendero —pista para 4×4 y quart— asciende progresivamente, y dejando atrás otro ramal que parte a la derecha, y enfila —nunca mejor dicho— hacia las Puertas, un bloque rocoso que se nos abre de frente. Antes de entrar en el desfiladero, nos hemos cruzado con una pareja vasca, ella se dio la vuelta y él, caminó unos metros junto a nosotros, para adelantarnos y continuar solo hasta Pilas. Posteriormente le veríamos en la bajada. Seguimos por el desfiladero y nos adentramos en el Vallejo, aumentando la pendiente del sendero considerablemente, poco después el sendero gira bruscamente a la derecha, encajándose entre cortados rocosos tapizados por encinas (quercus ilex), boj (buxus sempervirens) y sabinas (juniperus sabina). Aquí comenzamos un ascenso largo y prolongado, donde Montaña comienza a dar los primeros avisos de que no va bien, fallándole las fuerzas. Carlos hace de madre Teresa de Calcuta y con su larga experiencia montañera a sus espaldas sube hasta arriba a Montaña, poco a poco, pero antes hemos realizado numerosas paradas, incluida la de reponer fuerzas, esta vez sin las cervezas de rigor y con poca agua, reservada en casi su totalidad para Montaña.

Llegamos a la parte alta, donde el sendero gira otra vez bruscamente hacia la izquierda y suaviza la pendiente, pero antes realizamos una parada para recuperar el aliento y ver el valle de Valdivielso, obteniendo panorámicas preciosas con nuestras cámaras fotográficas.

Seguimos ascendiendo suavemente y el sendero confluye en otro que vuelve a girar a la derecha que nos llevará a la ermita de Pilas; el de la izquierda va al desfiladero de Los Hocinos.

Después de 5 Km. de ascensión y 16 Km. a la espalda, a la llegada a la ermita de Pilas, en la que confluyen numerosos caminos, nos hace compañía el agua. Esta vez no tiene compasión ninguna de nosotros y descarga toda su severidad, siendo en un primer momento agua fina y escasa, para llover torrencialmente y pasar a granizo cuando llegamos a la ermita, aguantando allí el temporal como mejor pudimos resguardados con la ermita, pues estaba cerrada y carecía de porche y tejado voladizo donde guarecernos. Simulamos los jamelgos que vimos de camino senda arriba hacia la cumbre, buscando el paso canadiense; tras cruzar este, ya llovía menos, y al comenzar el descenso nos quitamos los ponchos y guardamos los paraguas, pero antes paramos a realizar instantáneas ante el nuevo valle que se abría ante nuestros ojos.

En el sendero de Pilas podemos retroceder varios siglos en el tiempo ya que algunos de sus caminos y sendas eran uno de los pasos obligados para el trasiego de mercancías y personas procedentes de la meseta castellana y los puertos del norte de la península. Lana hacia el norte y pescado hacia el sur, era el típico comercio que pasaba por esta zona.

La ermita de la Virgen de Pilas, es una de esas apartadas que encontramos en los más insospechados lugares, signo de unión entre lo humano, lo divino y lo natural. Uno de los casos más originales lo constituye la ermita de la Virgen de Pilas, en una ladera de la vertiente sur de la Sierra de Tesla, a más de 1100 metro de altitud.

El edificio que tiene probablemente su origen en un antiguo asentamiento eremítico no es precisamente bonito. Tiene un aspecto de bloque no especialmente robusto (ha necesitado de contrafuertes pese a su escasa altura). Las paredes muestran los signos de un adecentamiento lento y periódico y el exterior ha sido vallado para evitar el acceso del ganado caballar que mora en la zona.

La fiesta tradicional del lugar presenta muchas similitudes con la de la cercana ermita de la Virgen de la Hoz. La ermitaña vivía en Quecedo, pero dos días antes del evento se desplazaba al lugar a preparar la romería. El último domingo de abril los mozos subían a por la imagen que permanecía en el pueblo durante más de un mes. El 8 de junio (conocido como el “día del apedreo” por estos pagos) o en su defecto el primer domingo de junio se subía esta vez en procesión. Durante la romería se realizaba la tradicional subasta de productos en honor a la virgen, cedidos por los vecinos: galletas, bizcochos, magdalenas, tostones comprados… De la cercana fuente de “la teja” bebían los devotos.

En paralelo se celebraba otra romería el 15 de agosto, recuperada desde hace un par de décadas. En la misma se entona esta estrofa:

Virgen de pilas bendita

que estás en ese copete

da mucho trigo a mi padre

para que te de buen zoquete

Seguimos nuestro ascenso, aún bajo el agua, hacia el pico del Canto del Modorrillo dejando la fuente de la teja a la derecha y alejada de nuestro camino hacia la cumbre, donde giraremos de nuevo hacia la izquierda para adentrarnos en un precioso valle del que no vemos salida. Seguimos descendiendo, haciendo lo mismo que cuando subimos girando bruscamente a la derecha, para ir al final del valle y volver a girar a la izquierda, buscando el famoso agujero, el cual encontramos tras una pequeña rampa hacia la cumbre. Hacemos unas instantáneas nuevamente, ya con Montaña totalmente recuperada de su pájara. Seguimos descendiendo esta vez ya en otro valle paralelo al anterior de derecha a izquierda para adentrarnos en el valle del Valdeviruela para dirigirnos hacia Bisjueces (Burgos) por el camino del agujero en el paraje de El Rebollar y La Repelada dejando a nuestra izquierda el pico del Mojón Alto.

Al igual que antes, el principal atractivo lo constituye la topografía escarpada de los cañones y los cortados calizos. La gran belleza del paisaje, la diversidad y el excelente estado de conservación de las masas arbóreas y la riqueza de las especies animales asociadas a medios fluviales con notables paredes verticales realzan el interés por la conservación del área. Todo ello confiere a este espacio una singular y espectacular belleza, a lo que se unen unos pueblos muy singulares.

Seguimos en el Valle de Valdivielso, recorrido por el río Ebro y flanqueado por los farallones de la Sierra de la Tesla y el borde del Páramo, ofreciéndonos una sucesión de fantásticos y diversos paisajes. Rodeados de encinas (quecus ilex), robles (quercus robur), boj (buxus sempervirens), pinares de repoblación, bosques de ribera. Hemos avistado buitres leonados (qyps fulvus), alimoche (neophron percnopterus), aguilucho pálido (circus cyaneus) y chova piquirroja (pyrrhocorax pyrrhocorax); todas ellas con importancia internacional.

En un abrir y cerrar de ojos estamos pasando de Las Merindades a Medina de Pomar (Burgos). Vamos dejando atrás en muy corto periodo de tiempo este precioso valle, que bien merece una escapada.

Nosotros seguimos descendiendo y nos vamos adentrando en un precioso valle con vegetación de galería, donde avistamos raudo un ciervo (cervus elaphus) que cruza la sierra ante nuestros ojos. Ya casi en el fondo del valle, y a la derecha, encontramos el sendero que nos dijo nuestro guía particular de Valdenocena y que nos llevó por un pequeño sendero de herradura hasta la localidad de Bisjueces (Burgos).

Llegamos directo a donde tenemos aparcado nuestro vehículo de logística y tras cambiarnos de calzado algunos, buscamos un lugar donde reponer fuerzas, pero nos informan un lugareño de que no hay bares y preguntamos por una fuente. El lugareño nos dice que no hay fuente. Ante nuestras caras atónitas, rectifica y nos indica una un poco más abajo. Vamos rápidamente a ella, encontrándola gracias al GPS, pues sus indicaciones dejaban mucho que desear —¡como si no fuera del pueblo!—. Con nuestras dudas nos vamos raudos a por el otro vehículo, comentando en el camino que hay que darle las gracias al guía de Valdenoceda. Tomamos un refrigerio bien ganado en su establecimiento mientras Carlos y Julián recogen la logística. Tras una pequeña conversación con él y dadas múltiples veces las gracias, nos vamos a Medina de Pomar (Burgos) a buscar nuestro nuevo alojamiento.

Lo encontramos a la primera de cambio, nos tomamos una cerveza antes de subir a asearnos, bajamos a la hora convenida para cenar y reposar que bien nos lo hemos ganado. Antes hacemos un poco de tertulia sobre la etapa que nos deparará mañana y nos vamos a descansar.

Que ver...

  • El Almiñé (Burgos)

    El Almiñé es una entidad local menor situadas en la provincia de Burgos, comarca de Merindades, ayuntamiento de Merindad de Valdivielso. Pueblo situado en el norte de Burgos en la vertiente mediterránea, valle del Ebro, entre la Sierra de la Tesla y el Valle de Las Caderechas, y con acceso por la carretera nacional N-232 que comunica Cabañas de Virtus con Oña, en las proximidades de Santa Olalla y Condado de Valdivielso. Este pequeño núcleo se emplaza en el extremo suroccidental de la merindad. Su armonioso caserío se distribuye a lo largo a una calle principal, que coincide con un tramo de la antigua calzada conocida como la Ruta de la Lana o Camino Real, que ya comunicaba desde la Baja Edad Media, el puerto cantábrico de Laredo con la ciudad castellana de Burgos. Incluso en algún tiempo, esta vía pudo ser utilizada por algunos peregrinos que se dirigían a Santiago.

  • Puente Arenas (Burgos)

    Puente Arenas, es un núcleo formado en torno al único puente antiguo existente en este tramo del Ebro. Este hermoso puente ha dado nombre al pueblo. El puente presenta dos partes, una más antigua levantada en el siglo XVI, y otra añadida en 1885. Construido en sillería, tiene once metros de altura y sesenta y ocho de largo, y forma cinco arcos y otros dos de descarga para tiempo de crecidas. Su caserío se organiza diseminado a lo largo del río y en el destacan varias casonas de sillería que en algunos casos merecen la denominación de palacios.

  • Bisjueces (Burgos)

    Bisjueces es una localidad y una entidad local menor situada en la provincia de Burgos, comarca de Merindades, del ayuntamiento de Villarcayo. Situado en la vertiente mediterránea de la provincia bañada por el arroyo de Fuente Cubillo, afluente del Nela por su margen izquierda. Situado a 5.5 km de Villarcayo. Situado al pie de la Sierra de la Tesla y al este del valle de Valdelugaña. Bajo la mirada atenta de la cercana Sierra de la Tesla, este cuidado núcleo se ha desarrollado en torno al cruce del antiguo camino que, desde Medina de Pomar, pasando por Villarías, se dirigía hacia los Hocinos antes de afrontar la dura subida al páramo castellano por la antigua calzada de El Almiñé. Aún se conservan muestras de su esplendoroso pasado, como podemos observar en varias casas blasonadas y en su interesante arquitectura popular.

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Persigo la felicidad y la montaña responde a mi búsqueda.