CAMINO DE LAREDO - Etapa 21

VILLASANTE - RAMALES DE LA VICTORIA

11/10/2015

Descripción de la Etapa

Ilusionados, así es como salimos de Plasencia, un grupo de 11 caminantes y 2 más que se unirán en Burgos. Partimos sobre las 15:30 horas con un día radiante dirección Burgos, donde se nos unirán Gerardo y Agustina procedentes de Madrid. Nos encontraremos en Sotopalacios (Burgos), localidad famosa por tener las mejores morcillas de Burgos. Sin pausa y dilación tomamos otra vez ruta para que vean los nuevos (Paco, Julia, Moncho, Isa y Carmen) parte de la ruta de Pesadas de Burgos a Bisjueces (Burgos) aún de día y por si podemos ver la bajada a El Almiñé (Burgos) y la subida a la ermita de Pilas y apreciar la belleza de esta ruta y de sus alrededores. Lo vemos, pero ya oscureciendo. Decidimos tomar una cerveza en Valdenoceda (Burgos) rápidamente, pues aún debemos recoger la llave para pernoctar en Rasines (Cantabria), a 6 Km. más allá de Ramales de la Victoria (Cantabria). Desde Valdenoceda (Burgos) realizamos una llamada a la dueña y quedamos con ella en Rasines (Cantabria).

Llegamos a Rasines cansados y hambrientos. Moncho no puede aguantar a la cena y decide sacar una empanada y comenzar a zampar, a lo que se suma todo el grupo mientras llega la dueña de la casa rural Bollain —¡preciosa y barata casa, por cierto!— y nos abre las instalaciones. Decidimos hospedarnos sin deshacer equipajes y raudos acabar de cenar. Rápidamente subimos los equipajes, sacamos la comida y bajamos al apartamento donde ponemos mesa, sacamos las viandas y concluimos la velada culinaria. Como hay que preparar el desayuno, tres voluntarios —¡sí, voluntarios!— vamos a realizar las compras a una tienda bar —¡lo mejor lo último!—. Tomamos una cerveza —mahouses— y realizamos las compras pertinentes para el desayuno y regresamos raudos a la casa rural, pues toca madrugar y bastante mañana para realizar el ciclo de etapas finales.

Madrugar en Rasines (Cantabria), el cansancio hace mella y la gente apura las sábanas. Nos comenzamos a desperezar poco a poco y llamamos al resto de la tropa.

Bajamos a desayunar organizándonos para ello, pues la tostadora y cafetera no dan más de sí. Concluimos y salimos hacia Villasante (Burgos) para comenzar nuestro periplo aún por Burgos para continuar por tierras vascas y cántabras.

Aparcamos el vehículo en la plaza mayor De Villasanta (Burgos), en el mismo sitio que le teníamos aparcado días atrás. Un día estupendo y soleado nos espera por delante. Comenzamos andando ilusionados —¡cómo no!— por la carretera N-629, dirección Laredo (Cantabria), nuestro destino final. Llegamos rápidamente pues tan solo hay 2 Km al cruce que divide de nuevo la vía en dos, la carretera N-629 y la CL-629, una dirección Laredo y otra Bilbao. Nosotros seguimos por la Nacional, vemos el pueblo de Bercedo (Burgos), pueblo con tan solo un habitante en las frías noches de invierno, localidad a la izquierda justo en medio de ambas vías. Continuamos por nuestro camino y llegamos a la estación de Bercedo, donde encontramos un restaurante y un horno de leña. Decidimos comprar pan para reponer fuerzas luego. Continuamos nuestro periplo por la carretera N-629 paralelos al río Cerneja, al que llevaremos de compañero de fatigas hasta casi su nacimiento en el Puerto de Tornos. En sus riberas se crían muchos jabalíes (sus scrofa), lobos (canis lupus) y corzos (capreolus capreolus). Pasamos la localidad de Agüera (Burgos), última de la comunidad autónoma de Castilla León adentrándonos en la cornisa Cantábrica.

Desde Villasante a Bercedo (Burgos) podríamos haber seguido el camino Olvidado a Santiago de Compostela, muy transitado entre los siglos IX y XII. El Camino Olvidado está considerado, junto a los Caminos Primitivo y de la Costa, una de las rutas jacobeas más antiguas de las que se tiene constancia. Gran parte de su trazado discurre por los valles meridionales de la Cordillera Cantábrica, entre Bilbao y Villafranca del Bierzo (León), desde donde junto al Camino Francés ambos prosiguen a Santiago de Compostela (Galicia).

Debió ser muy utilizado hasta finales del siglo XI, cuando el impulso de los reinos cristianos consolida la frontera con los musulmanes al sur del río Duero y el rey Alfonso VI, conquistador de Toledo, promueve el Camino Francés de la mano de los monjes de Cluny.

Se trata de un camino lleno de tradición, con un patrimonio natural y cultural privilegiado, y una gastronomía sobresaliente; donde gentes sencillas y hospitalarias acogen al peregrino al final de cada etapa. Un camino trazado entre montañas, asentado sobre sendas ancestrales protegidas por torres y fortalezas, y amparado por las cumbres de las constantes incursiones sarracenas. Un viejo camino en el que la historia se plasma en túmulos, dólmenes y menhires, calzadas romanas, puentes medievales, recónditos castillos, venerados monasterios y hospitales de peregrinos. Donde paisajes de increíble belleza desvelan sus secretos en cada color, en cada matiz. Donde aún es posible emocionarse al contemplar la Vía Láctea, con el murmullo del viento en los árboles y el arrullo del agua.

A la llegada a Agüera (Burgos), vemos marcas de la ruta, carteles de las próximas actividades conmemorativas de su paso por esas tierras. Cruzamos el río Cerneja y continuamos en búsqueda de su nacimiento camino del puerto de Los Tornos, donde esta mañana vimos cantidad de coches aparcados a ambos lados de la carretera N-629. Eran “cazadores de setas” —seguramente boletus— y algunos bromeaban diciendo que habría que tener cuidado con los disparos.

Los Tornos es un puerto de montaña situado en Cantabria, haciendo frontera con Castilla León. En su cenit, cruzado por la carretera nacional N-629, hay un letrero que indica una altitud de 920 msnm. Ofrece una vista sobre las provincias de Cantabria, Vizcaya y Burgos. Es uno de los puertos de montaña más utilizados por el tráfico rodado para unir Cantabria con la meseta central española. La ascensión desde Cantabria mantiene una pendiente media de 4,4%, mientras que la burgalesa no está considerada como puerto de montaña, al ser su pendiente inferior al 3%. Una ínfima parte de la ascensión por el lado cántabro pasa por Vizcaya, atravesando la población de Lanestosa (Vizcaya).

A la salida de Agüera (Burgos) tomamos un camino paralelo al río Cerneja que nos va adentrando en un pequeño valle que nos conduce al puente Romano —medieval—, hoy totalmente lleno de vegetación, gracias al mantenimiento realizado recientemente podemos pasar fácilmente. Volvemos a la carretera N-629. Alertamos sobre el tramo a realizar hasta coronar el puerto de Tornos pues tiene muy poco arcén. Reanudamos la marcha agrupados y encontramos los primeros recolectores de setas, previamente hemos visto los carteles de coto. Seguimos nuestro ascenso con un estupendo día. Llegamos al cartel del puerto y alguno no puede reprimirse, se fotografían y cruzan la vía. Ya estamos arriba, en el mirador divisando Cantabria y País Vasco y a nuestra espalda Castilla y León. La panorámica es espectacular, pero hace un gran viento que casi nos deja sin sombreros. Realizamos varias instantáneas y pedimos a unos turistas que nos hagan otras. El camino de tierra por el que bajaremos parece fácil, aunque está poco transitado y el cervuno (nardus stricta) imperante puede hacer estragos en nuestros maltrechos tobillos y si sigue así pronto se perderá.

Comenzamos la bajada despacio, pues casi la totalidad de los integrantes tiene algún que otro problema con las rodillas y cada uno a su paso va realizando la bajada, amén de las dificultades encontradas en el camino, como la rascavieja (adenocarpus decorticans), de la familia de las fabáceas con unas espinas muy duras y que en nuestro camino nos activaron la circulación sanguínea.

Llegamos a La Calera del Prado, caserío perteneciente a El Prado, localidad del municipio de Soba (Cantabria). Se encuentra a 535 msnm y el puerto de Tornos a 920 msnm. Cobijados en el pórtico de Veguilla, pues el sol aprieta, realizamos un tentempié para reanudar fuerzas antes de acometer la segunda parte del trayecto dirección a Lanestosa (Vizcaya). Y al igual que esta mañana un río, El Calera, nos guiará hasta esta localidad vasca.

Proseguimos nuestra etapa cruzando el río Calera y entramos en el País Vasco. Continuamos paralelos al mencionado río, encontrando multitud de caseríos a ambos lados del camino, mejor dicho, carretera. Vamos encontrando ganado y parcelas ya abandonadas al cultivo, el camino concluye en un puente en la carretera N-629, poco antes de llegar a Lanestosa (Vizcaya), pero debemos realizar aún un pequeño tramo de carretera. A pocos metros localizamos un bar restaurante, al que ágiles nos acercamos a esperar al resto del personal mientras devoramos unas cervezas bien frías. Nos informamos sobre un paseo fluvial que va a la localidad de Lanestosa (Vizcaya) sin pisar la carretera y lo continuamos, es el mismo que teníamos nosotros trazado previamente. Así pues, acabadas las correspondientes cervezas retomamos el paso hacia Lanestosa (Vizcaya). A la entrada de esta localidad preguntamos por nuestro camino, y por otra senda de la que nos habló Gonzalo de la empresa Scapha, organizador de la ruta de Carlos V por estas tierras. Una lugareña muy amable y con prisas nos dice que hacemos 5 km. más si vamos por ahí, así que le preguntamos por la nuestra y nos indica el mismo paseo fluvial que traemos, pero ya en dirección a Ramales de la Victoria (Cantabria). Sin dudarlo lo comunicamos y comenzamos a caminar nuestro trecho final.

La villa de Lanestosa (Vizcaya) tiene mucho que ofrecer a todo aquel que se anime a conocer este municipio. Su privilegiada situación geográfica, tanto desde el punto de vista natural como estratégico, y su rica historia, son los ingredientes fundamentales en los que se basa una propuesta turística que sorprenderá gratamente al visitante. Lugar a descubrir y a recomendar.

Desde el Ayuntamiento han querido facilitar una completa guía turística que ayude a conocer la villa de forma fácil y amena, que han sabido preservar a lo largo del tiempo, y que hoy muestran con orgullo. Para ello han preparado tres recorridos turísticos que permitirán conocer todo lo que Lanestosa guarda en sus apenas 1,25 km. cuadrados.

Salimos de Lanestosa (Vizcaya), ya en ruta, tenemos que darnos la vuelta por dos circunstancias, la primera, Pedro se ha despistado y ha ido carretera abajo, al cual vociferamos vehementemente desde la otra parte del río Calera, en el paseo fluvial para que nos vea, comunicándole que prosiga y luego nos juntamos en Covalanas o en Ramales de la Victoria (Cantabria), y la segunda, que Gerardo ha perdido un bastón al cual le tiene mucho cariño, le comunicamos que si lo dejó en el vehículo y nos comenta que no sabe. Así que Miguel y Gerardo vuelven a Lanestosa (Vizcaya), no encontrando el bastón y sabiendo de la situación de Pedro, reemprendemos la marcha ambos por caminos diferentes por si acaso Pedro se diera la vuelta y por si Agustina asiste a Gerardo, pues ella hoy está de niñera perrera y de logística del grupo, mañana será otra cosa.

En el cruce del camino fluvial con nuestra fiel amiga y compañera, la carretera N-629, nos encontramos Gerardo y yo —Miguel— y realizamos la parte asfáltica hasta la bajada desde Covalanas a Ramales de la Victoria (Cantabria) que es un camino de tierra, ¿diréis qué es Covalanas?

Covalanas se localiza en el término municipal de Ramales de la Victoria (Cantabria), en una zona de calizas urgonianas del cretácico inferior. Se sitúa en el tramo bajo del valle de río Asón, en la margen derecha del valle formado por el río Calera, en la ladera NE del monte Pando o Haza y en las afueras del núcleo de población de Ramales de la Victoria (Cantabria).

La cueva de Covalanas es popularmente conocida como la cueva de las ciervas rojas. El entorno paisajístico de la cavidad se caracteriza por relieves escarpados, montañas altas y zonas de valle encajonadas y profundas. Se localiza en la ladera noreste del Monte Pando a 320 msnm, encima de la cavidad de El Mirón. Esta última, utilizada como lugar de habitación durante, al menos, los últimos 45.000 años.

Fue descubierta en 1903 por el padre Lorenzo Sierra, en colaboración con Hermilio, Alcalde del Río, dos figuras claves de la investigación arqueológica en Cantabria. Su descubrimiento se enmarca dentro de los orígenes de la ciencia prehistórica y más en concreto del arte paleolítico, al ser la segunda cavidad con arte paleolítico descubierta en toda la cornisa cantábrica tras Altamira (en 1879).

Es una cueva de reducidas dimensiones que presenta dos galerías que comparten una zona de abrigo exterior, aparentemente no utilizado como espacio de hábitat. Una de sus galerías, situada a la derecha del abrigo, alberga pinturas rupestres paleolíticas.

Su cronología, difícil de fijar de manera absoluta, parece situarse en una fase antigua, en torno a los 20.000 a.C.

La frescura del color rojo, el tamaño grande de los motivos, el trazado punteado del contorno animal y la concentración de la mayor parte de las figuras en un área bien delimitada, envuelven al visitante en un entorno de misterio y acogimiento. Entrando en la cueva y en la penumbra de la misma, parece que las figuras cobran vida como si quisieran escapar de la roca. Se ha llegado a indicar que este rebaño rojizo, inquieto en las sombras, ha sido testigo milenario de la vida de la Humanidad.

Comenzamos la bajada a Ramales de la Victoria (Cantabria) no sin antes recrearnos en las preciosas vistas panorámicas que nos depara La Pared, —covalanas—, sus cuevas y la espectacularidad de los montañeros realizando escala en rocas, atónitos por la espectacularidad y belleza continuamos. Comentamos en voz alta que Ramales de la Victoria es una de las zonas de escalada más emblemáticas de la Cordillera Cantábrica.

Entramos en Ramales de la Victoria (Cantabria) y preguntamos a los primeros lugareños que vemos, cómo no por nuestros compañeros y por el primer bar, pues somos conscientes de que se encuentran en él dando cuenta de unas cervezas, a las que nos sumaremos en breve y comentando la ruta del día.

Continuamos bajando por el barrio del Salto del Oso y el Mazo y luego por nuestra fiel compañera la carretera N-629 y damos con nuestros compañeros de fatigas, que como preveíamos están dando cuenta de unas birras, a las que nos sumamos muy gustosamente, con nuestros comentarios sobre la ruta y el día disfrutado.

Los conductores tomamos ruta hacia Villasante (Burgos) donde se encuentran los vehículos para luego recoger a los compañeros y regresar a Rasines (Cantabria) para asearnos y proceder a cenar.

Decidimos cenar de caliente y preguntando en Rasines, indicándonos que lo mejor es acercarnos a Ramales de la Victoria (Cantabria) y así lo hacemos, sabiendo que está todo overbooking, somos conscientes de ello por las dificultades que hemos tenido a la hora de conseguir alojamiento y por una concentración de seteros y jornada gastronómica sobre setas que hay en la localidad.

Que ver...

  • Agüera (Burgos)

    Agüera es una pedanía perteneciente al municipio de Merindad de Montija situado en la comarca de Las Merindades, de Burgos. Situada en una llanura rodeada por todas partes de montes, en el Camino Real que conduce a Laredo. Su principal economía es la agricultura con cereales y legumbres secas y la industria ferrería que solo trabaja en tiempo de invierno, en cuya estación se fabrican 1.000 quintales de fierro con 2 molinos harineros. Agüera conserva en bastante buen estado un tramo de calzada romana que supuso una de las vías de comunicación por la que los romanos alcanzaron el norte peninsular. Aún hoy se mantiene en pie un puente romano de ojos de medio punto.

  • Lanestosa (Vizcaya)

    Lanestosa (Isasti hasta 2003 y ahora Lanestosa en euskera) es una villa de la provincia de Vizcaya, en la comunidad autónoma del País Vasco. Ubicada en el extremo más occidental del área geográfica de Las Encartaciones (por lo tanto, también de la Comunidad Autónoma Vasca) y es una de las primeras villas fundadas en Vizcaya. Es el municipio de menor extensión de toda la provincia de Vizcaya, ocupando apenas 1,31 kilómetros cuadrados. Está situada en un estrecho valle dominado por fuentes pendientes que desciende de las cumbres de La Mortera y Peña del Moro y bañada por el río Calera, a una altitud media de 298 metros sobre el nivel del mar. Limita con el municipio vizcaíno de Carranza y el cántabro de Soba.

  • Ramales de la Victoria (Cantabria)

    Ramales de la Victoria es un municipio del interior de Cantabria. Limita al norte con Rasines, al oeste con Ruesga, al sur con Soba y al este con la provincia de Vizcaya. Está situado en la comarca del Asón-Agüera que antiguamente era una vía de comunicación muy importante ya que comunica el puerto de Laredo con la meseta, actualmente a través de la N-629. Esta localidad fue escenario de la batalla de Ramales que decidió el triunfo liberal en la primera guerra Carlista y por ello Ramales se denomina “de la Victoria”. Por otra parte, el municipio reúne uno de los patrimonios arqueológicos más importantes de la región, compuesto por decenas de yacimientos en cuevas y abrigos rocosos, testimonio de presencia humana desde la Prehistoria hasta la Edad Media.

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Persigo la felicidad y la montaña responde a mi búsqueda.