Al igual que la etapa de Zamora a Montamarta, está la realizamos una tarde noche, pero esta tiene un nuevo aliciente de dormir fuera de casa, además contaremos con el atractivo natural de deambular por la Sierra de la Culebra, gran espacio natural que destaca especialmente por la conservación de su naturaleza y fauna —mención especial, la presencia del lobo—, con especial mención del paraje de «La Pedrizona», monte que alcanza cotas de 1055 m de altitud y que permiten unas vistas panorámicas que lo convierten en uno de los miradores más espectaculares de la provincia de Zamora. El creciente turismo rural y su interés por el lobo, ha dado lugar a la creación de una ruta de senderismo ascendente por una pista forestal.
Comenzamos nuestra particular etapa una tarde calurosa en Plasencia, saliendo aun con la comida en la garganta. Ya en Tábara, tomamos nuestro camino saliendo por la carretera N-631, nada más pasar el arroyo Urri tomamos el camino que encontramos a la izquierda que nos acerca a un paraje de recreo a unos tres kilómetros de Tábara, nos seguimos adentrando en la Sierra de la Culebra y vamos siendo conscientes de ello a pasos agigantados pues con la puesta de sol vamos escuchando la berrea a escasos metros de nuestro camino, antes de adentrarnos más en la sierra y en un cruce de caminos que da entrada a una vaguada y posterior ascenso a la sierra encontramos una grata sorpresa, la huella del depredador tan perseguido en nuestros bosques, el lobo, descubriendo un entorno rodeado de vegetación y dominado por un amplio bosque de pinos. Nuestro recorrido se realiza ascendiendo por la pista principal, siendo esta un excelente mirador de un valle cubierto por brezos, pinos y castaños dispersos, desde donde podremos divisar ciervos. Se continua por la pista y cortafuegos de la cumbre, atravesando frondosos bosques de pinos, para precipitarnos por una repentina bajada de hacía unos establos que nos dan la bienvenida a Ferreras de Abajo, que nos recibe con una copiosa lluvia fría y un vendaval gélido.
Antes de salir de Plasencia, sabíamos que era difícil encontrar alojamiento, aun así decidimos arriesgar, vamos a la casa rural existente en la localidad por si hubiera plazas libres, que no es el caso, pues con las obras del AVE esta todo lleno incluso en los alrededores, nos indican los paisanos que no hay plazas y que tan solo en Litos podríamos encontrar plazas, pero nosotros decidimos ir a buscar al alguacil a que nos informe si posee el ayuntamiento de alguna instalación municipal donde poder pernoctar, nos es difícil dar con su casa, en una noche fría y lluviosa, por lo que decidimos visitar algún bar, ya casi a las afueras del pueblo, en el encontramos a varios paisanos con los que entablamos —como no— rápidamente una conversación sobre nuestro particular deambular por el Camino Sanabrés. Algunos de ellos se interesan por nuestra dormida, ofreciendo varias soluciones y apareciendo los personajes indicados y nombrados —como si le piasen los oídos— personajes, entre ellos el dueño de la casa rural y un familiar del primer teniente de alcalde, el cual nos ofrece dormir en el pabellón municipal de Tábara. Mientras uno —Miguel—, va a recoger las llaves con el familiar, el resto —Samuel y Carlos—, siguen departiendo con el propietario de la casa rural y paisanos que se van concentrando para el acontecimiento —derbi Madrileño— del día.
Nosotros llave en mano, solicitamos el permiso pertinente para sacar nuestras viandas y proceder a cenar mientras vemos con los paisanos el derbi madrileño, del que no somos meros espectadores, pues cuando marca el Atlético, gritamos gol, ante la atenta mirada de una treintena de Madridistas desesperados, los cuales nos manifiestas poco después que los atléticos no visitaran ese local pues son minoría en el pueblo, siendo tan solo dos personas las declaradas atléticas, terminando el encuentro nos dirigimos a nuestro aposento.
Ya en el pabellón, inspeccionamos el mismo, no encontrando colchonetas donde reposar nuestros maltrechos huesos, comentar que los tres atrevidos peregrinos estaban todos lesionados, Carlos —convaleciente de la caída de la bicicleta— Samuel —de su maltrecha rodilla— y Miguel —con el tobillo izquierdo vendado y con principio de juanetes—, vaya tres patas para un banco.
Noche larga, fría, lluviosa y ventosa, todos los ingredientes para dormir poco, más aún con el colchón un poco duro se hace más larga, un dato rápido para comprenderlo es que Carlos (el Presi) a las cuatro de la mañana ya quería iniciar la etapa del día siguiente.
Se trata de una alineación montañosa declarada Reserva Nacional de Caza. Desde la Sierra se dominan las comarcas zamoranas de Aliste, Tábara y Alba que son frontera con el nordeste trasmontano portugués. La flora está formada por robles, castaños, jaras y halimios, junto con poblaciones de pinos.
Ferreras de Abajo es un buen punto de encuentro para acercarse a la Sierra y ver sus encantos. Desde aquí se inicia una bonita ruta por sus alrededores donde no es tan extraño el cruzarse con la fauna del lugar, La Ruta del Lobo, comienza saliendo de Ferreras de Abajo, por la carretera local, dirección a Ferreras de Arriba, descubriendo un entorno rodeado de vegetación y dominado por un amplio bosque de pinos. Como en gran parte de Castilla León la arquitectura rural está presente por cualquiera de los rincones de su término, toda ella en piedra, adobe y madera, con ejemplos en las casas de su núcleo urbano y en las fuentes, manantiales, pontones, molinos, cercados, palomares y bodegas de sus alrededores. Ferreras de Abajo es especialmente renombrado por su música tradicional y su folclore, para los que se utilizan instrumentos tradicionales como el tamboril y la gaita de fole, con la que los músicos de la localidad han interpretado e interpretan la vida rural, sus celebraciones y festividades. Durante el mes de septiembre se organiza y celebra en esta localidad un festival de folclore que se denomina «Sierra de la Culebra».
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