El 8 de agosto de 1556, el Emperador Carlos V abandona definitivamente Bruselas emprendiendo su viaje de retiro a Yuste. Un largo viaje desde el corazón de Europa a la cacereña comarca de La Vera. El Emperador llegó a Jarandilla de la Vera (Cáceres), el 12 de noviembre de 1556. En el castillo de los Condes de Oropesa (hoy actual Parador Nacional de Turismo) se hospedó hasta que su palacio en Yuste estuvo acabado. Llega a Yuste, el 3 de febrero de 1557, tras recorrer 94,8 leguas desde Laredo (Cantabria). Dos años después moriría de paludismo.
Este trocito de la historia es hoy uno de los recorridos senderistas más bellos de Extremadura. Recuerda el viaje real desde el Valle del Jerte, en la localidad de Tornavacas, hasta Jarandilla de la Vera atravesando las cumbres de Gredos en el Sistema Central. Es una ruta dura, de media montaña con 27 km. de distancia aproximadamente y un desnivel acumulado de unos 1000 m. La ruta recorre dos de las comarcas más bellas y conocidas de Extremadura, dos de los destinos turísticos más demandados.
Como la ruta conmemora el último viaje de Carlos V por tierras extremeñas, me ha parecido oportuno insertar las siguientes notas de corte histórico. Como peculiaridad, hay que señalar que hicimos la ruta al revés, es decir, empezamos en Jarandilla de la Vera y terminamos en Tornavacas.
Llegamos a Jarandilla de La Vera (Cáceres), cerca de las 8 de la mañana, con la ayuda de unos amigos del Club Valcorchero de Montaña y grandes amigos de rutas de montaña por la alta Extremadura. Nos dejan en la carretera EX-203, junto a la Estación de Servicio de Jarandilla de la Vera (Cáceres).
Salimos del castillo de los Condes de Oropesa, actual Parador Nacional de Turismo, donde llego Carlos I o V, —según preferencias—, el día 12 de noviembre de 1556. Tomamos dirección a Plasencia por la carretera EX-203. A la salida de la localidad junto al Restaurante El Roble tomamos el camino que hay justo a la derecha buscando el Puente de los Palos, para cruzar el Garganta del Jaranda dejando a nuestra izquierda el Camping Jaranda. Y ya comenzamos la subida por el lugar de los Parrales Altos, subida que no terminará hasta que coronemos el Puerto o Collado de las Yeguas, dando vistas ya a la limítrofe comarca del Valle del Jerte.
Cruzamos la carretera que lleva a Guijo a Santa Bárbara y serpenteamos, colina arriba. Ninguno nos percatamos que cruzamos la antigua Colada del Santo Nuncio, de la que apenas queda vestigio alguno.
Pasamos por el paraje denominado Los Vínculos, —que es un precioso bosque de robles—, con el piso cuajado de helechos que, por la época en que estamos, ofrecen un fantástico color verde claro, muy distinto al rojizo que vemos en noviembre cuando hacemos la travesía de montaña de Carlos V con el Grupo Placentino de Montaña.
Un poco más allá llegamos a una zona donde la subida cede, convirtiéndose en un pequeño llano desde el que gozamos de unas vistas espectaculares de Jarandilla de la Vera y todos sus alrededores. Sin nubes es espectacular. También localizamos en el valle, un poco más a la derecha, Aldeanueva de la Vera, más cerca de nosotros, y Cuacos de Yuste, un poco más lejos. A pocos metros encontramos el camino de Aldeanueva de la Vera.
Mientras comenzamos la pequeña bajada hacia la Garganta del Yedrón vamos dejando a nuestra derecha El Piquito, de casi 1.300 msnm. La Cuerda del Rayo, que va desde El Piquito hasta La Cruz del Fraile, unos mil metros más allá, queda fuera de nuestra vista a consecuencia de las nubes.
Estamos disfrutando de un entorno soberbio, diverso, en el que la cuesta arriba ha predominado en todo momento lo que ha provocado que, a buena parte de nosotros, se nos haya pasado el frío de primera hora y nos hayamos despojado de algunas prendas.
Alcanzamos la Garganta del Yedrón cuyo cruce, con el pequeño arroyo del mismo nombre que discurre por ella, no supone dificultad alguna y menos ahora que han colocado un puente de madera para cruzarla con mayor facilidad, pues antes había peligro de caídas al agua.
A partir de este punto comenzamos a subir la falda del Canchillo Empinado (1.542 msnm) a través de un sendero que hace zigzag y al llegar a una de las curvas nos encontramos con la Fuente del Beato, de cuya existencia nos percatamos por el cartel indicador que hay allí porque, de otro modo, nos hubiera pasado desapercibida.
Toca dar el último empujón a la subida. Estamos llegando al punto más alto de la ruta, el Puerto o Collado de las Yeguas, que permite pasar entre el Canchillo Empinado, de 1.542 msnm, y su vecino, a nuestra izquierda, de 1.522 msnm.
Una rápida bajada, con un desnivel del 10%, nos hace llegar, en apenas 800 metros, a la Garganta del Hornillo, que atravesamos por un puentecillo de factura moderna y sin ningún tipo de protecciones laterales, que la ha perdido con el paso del tiempo, pero es lo suficientemente ancho como para que no suponga ningún peligro a menos que vayas haciendo la cabra o el tonto.
A estas alturas de la ruta, es hora de tomar unas “molestias” , ya que aún no hemos comido. Tenemos previsto parar en Los Escalerones, al pie del Cerro de la Encinilla, para comer y allá vamos. Justo cuando estamos llegando el camino describe un continuo zigzag para superar un trozo de mayor pendiente y de camino dificultoso.
Llegamos a Los Escalerones. Es un trozo de terreno despejado y rocoso, donde nos podemos sentar a comer.
Setecientos metros más adelante, en una bajada continua y algo peligrosa, dado que las rocas están completamente mojadas, encontramos, a la izquierda del sendero, la Fuente de Peñalozana. Hemos agotado toda nuestra reserva de agua y llenamos alguna botella con confianza en el agua de la fuente, que nace a ras de suelo.
Estamos atravesando la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos y recorremos ahora una zona denominada La Solisa. Esta zona es una preciosidad. Al llegar al paraje de Robledo Hermoso comenzamos a describir una curva a la derecha. El terreno se vuelve más abrupto y el sendero zigzaguea de forma continua. Llevamos los ojos más pendientes del suelo que del paisaje, pues ninguno deseamos una caída.
Tras una curva del camino, nos topamos con la Fuente de Robledo Hermoso, con un hermoso pilón rectangular de granito totalmente cubierto de musgo. A partir de la fuente, la bajada se pronuncia durante todo el trayecto hasta llegar al próximo punto singular: el Puente Nuevo o Puente de Carlos V, en el que el sendero traza una curva a la izquierda. El puente sirve para salvar el Arroyo de los Tres Cerros que, siguiendo su cauce, nos llevaría hasta la Garganta de los Infiernos.
Nos queda la última pequeña subida de la jornada, con un desnivel de poco más de 85 metros a lo largo de un kilómetro de recorrido hasta alcanzar la Cuerda de los Lobos, a 953 metros de altitud. Todavía quedan fuerzas.
Alcanzada la Cuerda de los Lobos, la ruta “oficial” continúa por un camino que, saliendo a la derecha, lleva hasta Tornavacas por Monte Reboldo. Monte Reboldo es una preciosidad. Es un bosque de castaños para la explotación de su madera y ocupa la parte umbría de esta zona del Valle del Jerte. Cuando pasamos, el Monte se encuentra en todo su esplendor y su contemplación, junto con la certeza de que nuestro destino está a un paso, nos solaza.
Comenzamos un ligero ascenso suave mientras caminamos por las zonas de las Rejoyadas y El Lodrero, el paisaje cambia, dejamos el bosque y comienzan las huertas, adquiriendo el panorama aún mayor belleza.
Frente a nosotros se muestra la otra cara de la Sierra de Gredos, —techo de Castilla y corazón pétreo de España, como lo definiera Miguel de Unamuno—, arriba el Risco de la Campana en la Cuerda de los Asperones, aún con nieve. Debajo bancales y cerezos se repiten.
Seguimos nuestro ascenso suave por un camino que discurre paralelo al río Jerte y que nos lleva entre huertos de cerezos construidos sobre los típicos bancales del valle hasta cruzar el río Jerte ya casi en la entrada antes de llegar a la ermita del Humilladero, ya en Tornavacas (Cáceres).
Aquí termina esta etapa y comienza esta experiencia, uno de los recorridos míticos del senderismo extremeño es el inicio de esta loca, pero apasionante aventura. Y no defrauda, ni por su dureza en algunos momentos, ni por su belleza. Te quedas con los paisajes tan distintos y con la seguridad de que volveremos a hacerla.
Mención importante merece este municipio puesto que S.M. El Emperador Carlos V permaneció alojado en Jarandilla de la Vera, concretamente en el Castillo de los Condes de Oropesa (actualmente Parador de Turismo), hasta que finalizaron las obras de la Casa-Palacio adosada al Monasterio de Yuste. Cruce de civilizaciones, centro turístico y cultural de La Vera. Su clima benigno, la belleza de sus paisajes, bosques frondosos de robles, castaños, encinas, que se combinan con matorral de tomillos, brezos y jaras, proporcionan un aroma fresco y característico. El agua constituye una parte fundamental del paisaje, abrazando a Jarandilla dos gargantas: Jaranda y Jarandilleja, cruzadas por numerosos puentes, romanos unos, medievales otros. Sus orígenes se remontan a la prehistoria, debido a la gran cantidad de vestigios, como la cueva de Capichuelas, los sepulcros antropomorfos y lápidas labradas en piedra.
Tornavacas, encajonada entre sierras, es la entrada natural y cabecera del Valle del Jerte desde el norte. La localidad se ubica entre los impresionantes macizos de Gredos y la Sierra de Béjar. El término municipal acusa grandes accidentes en el terreno debido a las abruptas pendientes que se elevan a ambos lados del río Jerte, y en sus sierras está el punto más alto de Extremadura, “El Torreón” que alcanzan los 2400 m. de altitud.A la caída del antiguo régimen la localidad se constituye en municipio constitucional, conocido entonces como villar.
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