Después de un ligero parón invernal, retomamos el camino en semana santa, en las mismas condiciones que lo hacíamos antes, aunque con una baja —Paco Blázquez— que decide no continuar el camino a su pesar por problemas personales, pero esta vez en la planificación tenemos nuevos integrantes —Soledad y Rufino—, que se reenganchan de nuevo y —Emilia y María—, mujeres de Carlos y Carlos, respectivamente, que nos acompañan en esta aventura.
Para no tener problemas y haciendo de avanzadilla, decidimos subir la tarde antes del día antes tranquilamente las mujeres —Soledad, Emilia— y Miguel, cogemos sitio en el Albergue de Peregrinos, donde tenemos una grata sorpresa pues tenemos una concentración Muster que hacen la misma etapa del camino que nosotros, pensamos que no podríamos dormir por los perros pero no es así, Samuel, Carlos y María viene por detrás, pues han estado trabajado hasta las tres y han seguido nuestros pasos, eso sí varias horas después. Llegan bien entrada la noche ya con los demás peregrinos dormidos.
Etapa solitaria y montañosa, de aldeas minúsculas; por fin nos alejamos de las principales vías de circulación un día entero. Sin duda, estemos frente a una de las etapas más bonitas de la Vía de la Plata, aunque monótona. Estas son las impresiones que tenemos antes de comenzar esta etapa, con la incertidumbre de las obras del AVE en nuestros cuerpos y preguntando a todo bicho viviente, decidimos escoger la opción hacia Laza siguiendo el trazado asfaltado de la antigua Verea Vella, que se adentra en la Serra Seca visitando aldeas poco pobladas que sobreviven a más de mil metros de altitud. Después llegaremos hasta Campobecerros y Portocamba, otro núcleo castigado por el progreso.
Nosotros acortaremos la etapa pernoctando en Campobecerros, por temas de logística y por Carlos que tuvo una caída en bicicleta y no puede realizar grandes esfuerzos, su albergue público de peregrinos cerró —por las obras del AVE a Galicia— en el año 2012, pero en 2014 se abrió uno de privado. También encontramos varias casas rurales a lo largo del recorrido. La única localidad intermedia que cuenta con servicios es Campobecerros, en el kilómetro 20,1 de la etapa; en la peculiar casa-bar-tienda Da Rosario ofrecen menú casero a precio de derribo.
Ya desayunados y bien pertrechados, tomamos el camino por la calle principal de A Gudiña, la calle huele a pan recién horneado y decidimos entrar y coger una hogaza y algún dulce para el camino, llegamos a la plaza Mayor donde encontramos la bifurcación de la cual nos habló el responsable de Protección Civil —“para los pedestres no hay duda alguna, la opción recomendada es por Laza, montañosa y aproximadamente 16 km más corta; los ciclistas, en cambio, tienen la opción de ir por Verín, más llana y rápida, pues sigue el eje de la N-525”— en el albergue la noche antes, aquí delante con cruceiro, a pie de camino, tomamos nuestro camino acompañado de María y Emilia que esta vez nos han acompañado para hacer turismo.
Debido a las obras del AVE, ADIF obliga a tomar un desvío provisional, ya en el mismo casco de A Gudiña, que supone hacer 7 u 8 kilómetros extra, elevando la distancia de la etapa hasta más allá de los 40 (hay un folleto aclaratorio en el albergue de A Gudiña). El Camino original (reflejado en el mapa de etapa de la guía) no ha sufrido ningún corte, aunque ADIF diga lo contrario, y es perfectamente transitable. Las indicaciones de ADIF se deben únicamente al posible tráfico de camiones de obra que pueda haber con el fin de garantizar la seguridad. Antes de comenzar la etapa y elegir una u otra alternativa es recomendable preguntar primero a Protección Civil de A Gudiña.
Pasamos, al igual que ayer, bajo las vías del tren. En lugar de salir a la N-525 giramos a mano derecha por la rúa Mayor y la seguimos hasta la plaza Mayor, donde hay un crucero y un mojón jacobeo con dos vieiras. De esta forma seguimos a la derecha por la rúa Cima de aldea, calle que desemboca en la carretera de la antigua Verea Vella y por la que nos internaremos en la Serra Seca. Continuamos por el arcén los siguientes tres kilómetros hasta la primera localidad del día, A Venda do Espiño.
Otros tres kilómetros de monótono arcén nos llevan hasta A Venda da Teresa, donde se hace más patente el despoblamiento rural, más aún en este entorno situado a más de mil metros de altitud.
Dejamos atrás los últimos tejados de pizarra y salimos por un camino que en unos cientos de metros va al encuentro de una pista algo más ancha. Aquí tenemos la primera vista del Embalse de As Portas, construido en 1974 en el desfiladero formado por el río Camba. La pista desemboca en la carretera, que nos lleva a pasar sobre las vías del tren, donde encontramos a un matrimonio francés y a una bella italiana que hacen el camino juntos y con los que entablamos como no conversación, como no podía ser de otra manera. Entramos de esta manera en el Concello de Vilariño de Conso, concretamente en la Venda da Capela.
Tras pasar el núcleo cogemos a mano izquierda una senda en ascenso que muere de nuevo en el asfalto. De la misma guisa, tras kilómetro y medio, llegamos a la población de Venda do Bolaño, otro núcleo abandonado a su suerte.
Continuamos por la carretera durante otros dos kilómetros y medio y salimos por un camino que asciende junto al arcén izquierdo. Más adelante se convierte en una pista por la que avanzamos hasta que un hito jacobeo nos anima a «tirarnos» ladera abajo por una senda cubierta de pizarras que desciende vertiginosamente hasta Campobecerros, localidad del Concello de Cástrelo do Val y fin de la Serra Seca.
Atravesamos esta localidad, hasta llegar al Bar-Tienda, Bar-Restaurante Da Rosario, donde encontramos a un peregrino vasco, que sin experiencia se ha puesto a realizar el camino en Zamora y va realizando etapas de cuarenta kilómetros y ahora va pagando las consecuencias en sus maltrechos pies que curamos y que posteriormente acercaremos a Laza, donde nos ha prometido descansar, pues va con días de adelanto sobre su pobre planificación, mientras unos curamos otros localizan al taxista para que nos acerque A Gudiña a por los coches.
Ya de regreso de A Gudiña en Campobecerros, comemos y decidimos ir a descansar un rato a la casa que hemos contratado, pues el albergue cerró por hospedaje de los trabajadores de las obras del Ave a Galicia como en otros muchos sitios.
Realizamos parte de la ruta de mañana, Campobecerros a Portocamba, unos tres kilómetros entre subida y bajada nos dejan a las puertas de Portocamba, otra aldea casi olvidada donde subsisten unos pocos vecinos aún aferrados a unos modos de vida más sinceros, decidimos hacerla dos en cada dirección e intercambiar llaves en el camino para regresar a Campobecerros.
Vamos un a descansar en a casa de hospedaje, cogemos nuestras viandas y vamos a cenar a la orilla del río cercano al alojamiento, decidimos tomarnos un café antes de irnos a pernoctar y vamos otra vez al Bar-Tienda-Restaurante, pero he aquí que paso lo menos insospechado, a Carlos se le mete un mosquito gigante en el pabellón auditivo y después de varios intentos por sacarlo —sin éxito—, decidimos ir a Verín, al hospital comarcal, a que lo saquen raudos e irnos a descansar, cual es nuestra sorpresa, nadie nos hace caso, después de pasadas la una de la noche y ver como el amiguismo impera y un auxiliar de administración realiza las valoraciones para poner en lista de espera a los pacientes y ella y un médico se tiran hora y media fumando sin atender a nadie y hartos de esperar decidimos poner una queja, la cual hizo efecto y nos atendieron más rápidamente, no sabemos si por la queja o porque nos tocaba, a día de hoy nadie ha contestado aún.
Ya en consulta, le extraen a Carlos el mosquito y regresamos a Campobecerros —al menos las dos de la mañana— para descansar, llegamos a Campobecerros y todos se preocupan de la salud de Carlos, raudos nos vamos a descansar.
Pasando la aldea de A Venda da Teresa se comienza a ver el espectacular embalse de As Portas construido en 1974 en el desfiladero formado por el río Camba, afluente del río Bibei, éste a su vez del Sil, que nace en la Sierra de San Mamede a 1480 metros de altitud.
Sin lugar a dudas, la población más habitada de la etapa. Parroquia del Concello de Cástrelo do Val y puerta de entrada al Parque Natural O Invernadeiro. Un espacio natural que alberga una variada y gran población animal y vegetal, entre ella el respetado y huidizo lobo.
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