En el siglo XV y tras la reconquista, durante el reinado de Fernando I “El Católico”, en el pueblo hurdano de Casar de Palomero, convivieron durante años una gran comunidad cristiana con una pequeña colonia judaica formada en su mayor parte por mercaderes y comerciantes. Ambas comunidades mantuvieron unas difíciles relaciones debido básicamente a sus diferencias religiosas, los judíos vivían en la localidad bajo unas leyes que privilegiaban a los cristianos, pero el poder económico de los hebreos no aceptaba la supremacía espiritual de sus deudores (los cristianos).
En el invierno de 1488, un pobre pastor muerto de frío, cortaba leña para calentarse en el Puerto del Gamo. Pero las ramas de los robles que caían bajo su hacha le parecían demasiado hermosas como para convertirlas en pavesas de las llamas y seleccionando las mejores construyó una tosca cruz mal labrada y la colocó en el collado del puerto. Esta cruz fue agradecida por los cristianos que les recordaba sus creencias pero, en cambio, molestaba sobremanera a los judíos.
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