Todos los días del año, haga frío o calor, llueva o nieve, al atardecer, cuando el crepúsculo de la tarde está cayendo, se oye por las calles de La Alberca, el tañir de una campana acompañada de un salmo y bisbiseo acompasado;
Da tres toques con la esquila y continúa con la salmodia:
«Otro padrenuestro y otro avemaría por los que están en pecado mortal para que su Divina Majestad los saque de tan miserable estado»
La Moza de Ánimas, va acompañada por otras mujeres, haciendo un recorrido por las calles del pueblo, parándose en determinadas esquinas del pueblo para llamar a la oración a los vecinos.
Esta es sin duda una de las tradiciones con más arraigo en La Alberca, y que se conoce desde siempre.
Al sur de la provincia de Salamanca, lindando con Extremadura, en la denominada Sierra de Francia se encuentra uno de los pueblos más bellos de España: La Alberca, el cual fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1940. La Alberca es un pueblo donde siguen vivas muchas costumbres tradicionales, algunas de ellas relacionadas con la superstición y el misterio. Y sobre todo con la religión.
Paseando por el pueblo es posible contemplar como en los dinteles de las puertas de las casas contienen leyendas de carácter religioso cuyo fin es proteger a sus propietarios. Recorremos las estrechas y laberínticas calles de La Alberca sumergidos en el silencio y en la tranquilidad tan lejana del mundanal ruido. Las horas pasan demostrando que el tiempo, en este lugar, se mueve con otro ritmo. Cuando paseamos de noche, el silencio envuelve este lugar de paz.
De repente, escuchamos una campana. Mejor dicho, tres toques de campana. En aquel silencio, aquel sonido parece venido de ultratumba. No podemos evitar que un leve escalofrío sacuda nuestro cuerpo pero, pese a ello, nuestra curiosidad es mayor que la sacudida y nos acercamos hasta el lugar desde el que hemos oído el ruido. Contemplamos tres sombras, caminando despacio, mientras rezan. Tres mujeres vestidas de negro formando una extraña y lúgubre comitiva. Una de las mujeres vuelve a hacer sonar una pequeña campanilla de manera extraña. El sonido retumba en la piedra y lo devuelve en todas direcciones. Nuestro cuerpo y sentidos vuelven a sentir un escalofrío ante esa visión, esta vez más profundo. Pero no es una visión. Lo que contemplamos es una tradición alberciana iniciada en el siglo XVI, denominada “La esquila de las ánimas”.
La comitiva, según la leyenda, seguirá su camino hasta un antiguo osario alojado en un hueco situado en la fachada exterior de la Iglesia. Protegidas por un enrejado se puede observar en el mismo dos calaveras, unos candiles y un cirio, que siempre permanece encendido a modo de luz para guiar aquellos que se encuentran en el mundo de los muertos.
Pero si sentimos escalofríos mientras observamos la lúgubre visión. Más escalofriante es aquella ocasión en que la moza de ánimas no salió a hacer su recorrido siguiendo la tradición. Según unos, la moza no salió debido a que la nieve cubría el pueblo y era imposible caminar. Según otros, la moza había muerto ese mismo día. Sea como fuere, los habitantes del pueblo aseguran que esa noche escucharon perfectamente como sonaba la esquila, al igual que todas las noches, al paso por sus casas, sabiendo que la moza de ánimas estaba muerta y que no había salido nadie en su lugar…. La esquila salió sola.
comoquesofresco@gmail.com